viernes, 29 de junio de 2007

PPP

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Tengo todo el derecho del mundo a patalear si así se me ocurre. Y bueno, ahora se me ocurrió. A esta altura del campeonato no soporto las agresiones gratuitas. Y menos si entro a un teatro con expectativas de pasarlo bien – a qué otra cosa se va a un teatro? – y un cabrón hijo de su madre ( que en una de esas es una santa) se tira contra mí como espectadora y todavía pretende que se le pague la entrada – no es mi caso, voy como periodista – y se lo aplauda…y se lo felicite!

A mí no me va a enseñar nada nuevo. Ya soy grandecita. Y lo que ese coso dice no es nada nuevo para mí. Pero a la mugre del alma humana se la dejo a Ingmar Bergman o a Woody Allen ; o en el último de los casos a Todd Solondz. A propósito: lo conoce? Si no, vaya a un video club y pida “La felicidad”. Se va a enterar.

Además, me duelen los otros. Porque amo al ser humano y siento una obligación en mostrarle a los jóvenes que el mundo puede llegar a ser no tan malo…Y lo sicalíptico y lo pornografico se los dejo a los burdos cómicos de cabaret que por allí se llaman Zapata o Corona – y no quedan muchos más…¿ O será que este perverso PPP quiere parecerse al Marqués de Sade o a Barón Biza para épater le bourgeois?

Si es así, lo consigue. Lástima que lo reviste de una pátina intelectual que engaña a los incautos. Porque es un gran actor. Un formidable actor, que si tiene que rugir, lo hace como nadie en el escenario. Yo - y quizá usted también – lo he comprobado. Pero qué pena que en vez de seguir los pasos de un Alcón o de un Pinti, se ha dedicado a tratar de meter a todos (léase público) en su misma bolsa llena de mugre, transformándose en una figura patética y grotesca.

Ah! Me olvidaba…! Por qué ese PPP? No, no se confunda…No quiere decir lo que usted está pensando… Simplemente quiero hacer mención a ese Pobre Pibe Peña...
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domingo, 24 de junio de 2007

Que viva la pepa, carajo!

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El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, en un arranque de honestidad dice acerca de la seriedad con que ha de encararse un texto de ensayos sobre lo que sea - en este caso refiriéndose a su último trabajo Entre el Amor y la Soledad ( Ed. Sudamericana- mayo 2007): “Es cierto que la prosa en que están escritos estos ensayos trata de ser todo lo ágil y sugerente posible, pero al mismo tiempo trata de no alejarse nunca del rigor que debe tener un texto del pensamiento” Honesto, repito, el hombre, como los de antes si uno lo piensa bien…

En la sección Cultura del diario La Nación del 20 de mayo 2007 la filósofa francesa Elizabeth Bardinter, refiriéndose a los filósofos de esa nacionalidad del Siglo de las Luces opina que “ entre 1730 y 1778 comienza a delinearse la personalidad del intelectual contemporáneo, aquel que tiene una competencia particular en un terreno específico y a quien se le pide su opinión para ilustrar a la opinión pública (…) Los medios de comunicación han matado la noción de intelectual y a su vez el intelectual se ha dejado matar con deleite. Porque simplemente no (se) resiste al reconocimiento público. Esto lo lleva dar su opinión sobre cuestiones que no conoce (…) De tanto decir cualquier cosa termina por decir tonterías”

El periodista Pablo Sirvén, culto y criterioso, que editorializa sobre las actividades en el arte y el espectáculo, en su nota del domingo 3 de junio del diario La Nación, refiriéndose a la chabacanería imperante en la TV y ante las medidas que nadie toma, dice: “El problema crucial que enfrentamos ahora es que los funcionarios progre no saben, no pueden ni quieren distinguir las abismales diferencias que existen entre “censurar” y “regular”.Como están convencidos de que se trata de una misma cosa de naturaleza autoritaria - ergo, de la derecha - se cruzan de brazos y mantienen el statu quo. Mientras tanto todo empeora…”
Es como que Sirvén se va acercando al quid de la cuestión…

El psicoanalista francés Pierre Bayard en su ensayo Cómo Hablar de Libros que No Hemos Leído Jamás “ no le da la menor importancia al hecho de no haber leído un libro. Cree que igual se puede hablar de él y dar una opinión, ya que hay formas indirectas de conocerlo”…

Por otra parte acabo de leer el último trabajo del filósofo rumano-argentino Tomás Abraham: El Presente Absoluto, (Edit. Sudamericana - marzo 2007, recopilación de ensayos publicados en distintos medios durante los últimos cinco años) y refiriéndose a “la opinión y la contraopinión”, vale la pena que usted se detenga desde la pág 24 hasta la 30 y se haga un festín…

En fin, ya va siendo hora de que me defina. Soy periodista, soy superada, también opino y por lo tanto me pregunto: para qué informarse sobre los temas a tratar y acudir a especialistas? Para qué estudiar, ir a la universidad, leer, pensar…? Vamos amigo/a, haga como hacían en Fahrenheit 451: queme los libros! Y no sólo eso: dedíquese a ver Gran Hermano o Showmatch a pata ancha! A la vida hay que vivirla! Que viva la pepa,carajo!
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domingo, 17 de junio de 2007

"La vida de los otros" (Casas más, casas menos...)

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Algunas otras consideraciones –enlazadas con lo personal – y ya para ir cerrando el tema sobre la película La Vida de los Otros (que, dicho sea de paso, ha resultado un éxito de público. Confieso que volví a verla esta semana):

a) En un momento dado, luego de que el candoroso Georg/Lazlo se encuentra en el teatro – años después de la muerte de Christa - con el ex ministro Hempf, se entera de que también él había estado vigilado durante el reinado de la RDA. Incrédulo va a su departamento y comienza a desgarrar las paredes, para así comprobar la red que bajo la superficie registraba pasos y sonidos de todos los que transitaban y vivían en el departamento.
Deben haber corrido los primeros meses de 1983. Yo trabajaba – como ya lo he mencionado en otra oportunidad - en Radio LV2 ,cuyas oficinas y estudios estaban ubicados sobre la avenida Maipú. La emisora tenía un interventor (G. R.) en esa etapa hacia la democracia que se estaba viviendo. Un día sucedió lo que todos sospechábamos: debajo de los paneles que cubrían las oficinas de redacción del noticiero, una red de cables – con todo lo necesario para grabar conversaciones clandestinas – dibujaba una filigrana en la pared. Obra evidente de C. A. C. (que se llamaba a sí mismo descendiente de un soldado de San Martín…), delator de sus compañeros y reconocido olfa de los milicos. Recuerdo la furia con que G.R. arrancó aquel siniestro sistema…

b) Georg/Lazlo, ingenuo y bien intencionado, presionado por su amigo Peter, le pregunta al ministro en cuestión si el director de teatro Albert Jerska, inactivo desde hace varios años, está en realidad integrando una lista negra. Con una mirada cargada de significación – propia del recelo que puede manifestar un jerarca de un régimen totalitario – Hempf elude una respuesta directa y, terminante, decide comenzar a controlar la vida del autor(además amante de Christa, a quien él desea y pretende).
Ingresé a Radio Nacional en 1978, con la intención de participar del programa Los casos, Las cosas y La Gente, producido por Carolina Vocos. Una de las primeras instrucciones que se me dieron era respetar a rajatabla la lista de los nombres prohibidos por la dictadura. Todavía debe estar en algún cajón… Allí figuraban Mercedes Sosa, Héctor Alterio, Marilina Ross, Federico Luppi y tantos otros…

c) Después de varios años actuando de escoria humana; después de mucho tiempo de ninguneo, que ni los muy amigos pueden disimular; después de languidecer en el ostracismo – sin que medie ninguna explicación por parte de nadie - Albert Jerska, el gran director, venerado por la gente de teatro, se suicida.
No tengo las estadísticas. La atención se centró en los desaparecidos, en los torturados, en los chupados por los Servicios. Pero bien recuerdo a los muchos impotentes que, deprimidos, no tuvieron el valor de esperar a la democracia para vislumbrar otras posibilidades. Los suicidios también fueron muchos en las épocas oscuras de la dictadura. (Personalmente, me tocó vivirlo en mi familia). Para no hablar de los que regresaron de Malvinas, algunos de cuyos ecos de vez en cuando nos sacuden…

George Orwell y 1984-Régimen totalitario; miedo, traición, censura, autoritarismo…Control, desesperación…
Cuando salí del cine después de ver por primera vez La Vida de los Otros, murmuraba para mis adentros: ”Casas más, casas menos…”
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sábado, 9 de junio de 2007

"La vida de los otros" (continuación)

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Georg/Lazlo está conmovido pues su amigo Albert Jerska le ha regalado la partitura de la Sonata Para un Hombre Bueno (compuesta especialmente para el filme por Gabriel Yared) para su cumpleaños. Jerska es un prestigioso director de teatro que vive, como todos ellos, en Berlín Oriental y cuyo nombre ha sido incluído hace ya casi diez años en las listas negras de los que no pueden trabajar. Lazlo, artista sensible y por lo que se aprecia, pianista consumado, comienza a interpretarla.

Emocionado por la música, recuerda una frase de Lenín, quien dijera que “de seguir escuchando la Appasionata de Beethoven, ponía en riesgo la concreción de la Revolución”…Mientras tanto Wiesler (miembro de la Stasi), no puede evitar que sus ojos se humedezcan, al tiempo que escucha lo manifestado por Georg a través de los auriculares con los que sigue y registra todos los movimientos de aquél en su departamento. Wiesler se ha instalado en la buhardilla del edificio obedeciendo órdenes de la Policía Secreta a la cual pertenece.

Hace varios años, el director Daniel Borenboim comenzó una cruzada para unir a los pueblos palestino-israelí a través del intercambio musical. Reunió grupos de jóvenes intérpretes de ambos orígenes y junto a su colega Edward Said -ya fallecido- ha demostrado que la convivencia entre ellos es posible.
La Orquesta West- Easter Divan es un claro ejemplo de tal planteo luego de siete años de vida, aunque esa actitud no ha dejado de ser cuestionada por considerársela carente de realismo, vana declaración de buenas intenciones por parte de dos ilusos.
Recordemos que Baremboin (argentino nacionalizado israelí) se atrevió hace algunos años a ofrecer conciertos con obras de Wagner en Israel, provocando la furia de muchos. Se lo declaró “persona non grata”.

Hace algún tiempo, invité a mi programa de televisión Según Pasan los Días al prestigioso musicólogo cordobés Héctor Rubio. Cuando le comenté sobre la actitud de Barenboim – que personalmente me llena de esperanzas- me
miró con lástima ante mi ingenuidad y tajante me espetó:”Querida Jorgelina, muchos de los jerarcas nazis [
autores de los crímenes más siniestros] también amaban la buena música” (continuará).
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domingo, 3 de junio de 2007

"La vida de los otros" (nota n° 1)

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Cuando decidí escribir sobre esta película –mencionada en mi edición anterior, la semana pasada – descubrí que es tan rica como para hacer varias notas. Filme alemán, dirigido por Florian von Donnersmarck, ganó el Oscar a la mejor realización extranjera hace cuatro meses.

Trama: Berlín Oriental – 1984. Ya se perfila la glasnost pero la Stasi todavía se mueve a su gusto. Y aunque el gobierno de Honecker vive sus últimos días hay quienes ejercen el poder con persecuciones, censura, control de ciudadanos peligrosos. Sobre todo de intelectuales…Lazlo, prestigioso dramaturgo, es sospechado por los jerarcas. Además, su bella amante, famosa actriz, es pieza deseada por uno de los ministros del régimen. Comienza el calvario…Mientras tanto, la vida cotidiana es dificultosa. Los objetos suntuarios se valoran enormemente. Un libro; una lapicera; una bebida espumante…

Visité por primera vez Berlín Oriental en 1986. Si se pasaba desde el oeste, ya en ese entonces no había necesidad de atravezar uno de los puestos de control que se hicieran tan famosos, como el Checkpoint Charlie, etcétera. Tras algunos trámites, nuestra amiga Irmtraud consiguió que Cheté (Cavagliatto) y yo- que veníamos de la India- cruzáramos en tren desde la parte occidental. Habiendo vivido durante bastante tiempo en Alemania, Cheté quería visitar a algunos amigos que residían “del otro lado” y a quienes no había visto por años.

Me encontré con una escenografía que me recordó a “El tercer hombre” (1949), el soberbio film de Carol Reed , basado en una novela de Graham Greene, cuya acción transcurre en la Viena de posguerra, que en la película se veía oscura, triste, en penumbras, pobre y desolada. Lúgubre y sombría. Berlín Oriental, más de 35 años después, hizo que aquellas escenas revivieran en mi mente. Allí estábamos. Era pleno invierno y nevaba.

Visitamos algunos monumentos de rigor; entramos a algo que llamaban supermercado,( nunca voy a olvidarme de las estanterías y bandejas vacías, en una de las cuales descubrí dos o tres tubérculos solitarios); vimos una obra de Brecht – no recuerdo cuál – en la Volksbühne y al salir – ya de noche aunque no pasaban de las 6 de la tarde- buscamos un lugar donde cenar. Llegamos al hotel más encumbrado donde se servía la mejor comida, según se decía…Restos de un antiguo esplendor lo hacía todo más triste aún…Cuando se quiere disimular la pobreza con dignidad, la simpatía y la compasión son mayores y sentí que mi corazón se inundaba de ternura.

Al salir, siempre acompañadas por algunos buenos amigos, mientras nos dirigíamos a la estación de trenes para emprender el regreso al oeste, pasamos por delante del Reichstag. Era noche cerrada y la oscuridad casi total. Algunos farolitos colgaban en postes en las esquinas y había grandes extensiones de manzanas sin construcciones, con algunas barracas, tal como habían quedado desde hacía varias décadas, después de la guerra. La enorme mole fantasmal era un mudo testigo de aquella época de horror.

Volvimos al oeste. Allí todo era algarabía, bonanza y consumismo. Tal como se puede ver en algún momento en La Vida de los Otros. (Continuará).
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