lunes, 2 de agosto de 2010

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Pequeña digresión

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Por J.L.

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Posiblemente usted, lector de esta página, se preguntó el porqué de la transcripción de la nota anterior. Tal vez el título le haya dado una pista: “Experiencias de vida en la Argentina de la tergiversación”. Un país que no cuida su patrimonio –artístico o de otra índole- es índice de una desidia que se traduce en todos los estratos.

Cuando al controvertido técnico de la selección nacional de fútbol –perdedora, además- se le pretende erigir una estatua(¡); cuando ese mismo personaje nos hace quedar como la mona cada vez que abre la boca; cuando se lo endiosa; cuando se le regalan pasajes a Sudáfrica a un grupo de inadaptados, etc, etc, etc, mientras a René Favaloro algunos pretenden todavía pasarle facturas… qué quiere que le diga! La indignación puede más que mi buena educación y mi buena voluntad. Es más fuerte que yo.

Esa es la razón de haberle pedido a Lito Paszucki que me trasladara su experiencia. En cuanto me la contó supe que debía transmitirla. Que un museo dedicado a uno de los pintores más ilustres que haya tenido el país quede (como sucede) librado al azar, sin que ninguna Comisión – de las tantas que andan dando vueltas, cobrando sueldos pagos por el Estado, es decir, nosotros – se haga cargo del asunto, es síntoma (uno más de los tantos) de los tumbos que vamos dando al caminar. Que no es poca cosa, por cierto.

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domingo, 1 de agosto de 2010

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Experiencias de vida en la Argentina de la tergiversación

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Por J Lagos (con el aporte de Samuel “Lito” Paszucki)

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Lo que leeremos en esta nota es una transcripción casi textual de una circunstancia vivida por el matrimonio integrado por Inés y Lito Paszucki, dos personas que aman el arte y todo lo bueno que la vida ofrece. Son dos “disfrutadores” – no usaría la palabra “hedonista” en este caso – que saben ubicar a las cosas en su justo término. Como son amigos, además, tras contarme esta experiencia, le sugerí a Lito que me lo narrara por escrito, pues es un testimonio que merece ser difundido. Aquí va.

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“Estábamos pasando unos días en Capital Federal, disfrutando de todo lo que esa ciudad ofrece en materia de arte y espectáculos. Pero con Inés teníamos una idea fija: visitar Glew. Tras varios meses de tratativas y luego de varios intentos frustrados, el martes 6 de julio nos decidimos. Entiéndase que ese lugar, para mi esposa y para mí, significa Soldi. Viajamos a pesar de no haber recibido respuesta a nuestros correos y no lograr comunicarnos telefónicamente para averiguar horarios y/o concertar una visita guiada; pero una vez tomada la decisión, hacia allá nos largamos.

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“Nos movilizamos en transporte público; del centro a Constitución en subte ($1.10 el boleto) y luego en tren del FFCC ROCA ($ 3.- ida y vuelta) a Glew. El costo total de viaje, ida y vuelta: $ 5.20 cada uno (allí entendimos algo de la imperiosa necesidad de dinero para subsidios que tiene la presidente). Después de 40 minutos en tren llegamos a Glew. Es una ciudad obrera, chata, de aproximadamente 70.000 habitantes.

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“Inicialmente nuestra intención era visitar la Capilla de Santa Ana (por sus murales pintados por Soldi) y, opcionalmente, la Fundación. El destino quiso que preguntando llegáramos primero a ésta. Tocamos el timbre de la casa, nos abrió una empleada, anunciamos nuestra visita desde Córdoba y, menos de cinco minutos más tarde, apareció Zulema. Ella es quien está a cargo de la entidad y oficia de guía para los visitantes.

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“Después de unos pocos minutos nos dimos cuenta de nuestra suerte.: Zulema lo conoció personalmente al maestro. El museo posee alrededor de 50 obras de Soldi, principalmente de su período amarillo (primera época) y del azul. Impensables allí. Zulema conoce la historia de cada uno de los cuadros exhibidos y nos la contó con amor. Cada vez estábamos más contentos. Casi al final de la visita llegaron alumnos de una escuela primaria de la zona. Entonces nuestra guía nos condujo a un pequeño auditorio (calculamos para 120 personas), con antiguas butacas de cine. Allí pudimos admirar dos enormes cuadros con ángeles que formaron parte de la decoración del viejo programa “La Botica del Angel”; además, en el escenario, había cuatro enormes paneles de papel, parte de una decoración pintada por el artista.

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“Pudimos ver una película sobre el maestro, filmada por su hijo. Con apariciones de Soldi; con entrevistas en las que refiere historias de su vida en Glew y sus obras. La voz que narraba nos resultaba conocida: era la de China Zorrilla, quine ni aparece en los créditos.

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“Decidimos con mi esposa que debíamos colaborar con esa obra. Hay en venta láminas y xerigrafías; optamos por dos de éstas. La alegría de Zulema era enorme; nos comentó que con ese dinero “podría pagar la luz hasta fin de año” (sic). Como el monto era importante, le pregunté el motivo por el que se pagaba tanto de energía. Me contestó que tenían un servicio catalogado como “comercial”. No entendí nada. Ante la pregunta de porqué no hacían una labor mayor de difusión, nos contestó que el hijo del maestro no quería transformar la fundación en algo marketinero. Se mantienen con lo que pueden vender allí: hacía tres meses (hasta nuestra llegada) que tal cosa no sucedía…

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“Visitamos luego la Capilla de Santa Ana, cuyos murales fueron pintados por el maestro durante 23 veranos. Sin palabras.

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“A cuarenta minutos de Buenos Aires hay una joya desconocida. Argentina tiene algo más que tango, asado y cueros. “

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Hasta aquí el relato del matrimonio Paszucki. ¿No les dije que valía la pena leerlo?

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No hay peor ciego...
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Por J.L.

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Esta es una nota sobre el libro que, poco tiempo atrás editaron Jorge Piva – el otro bloggero que incursiona en esta página – y David Metral, amigos de toda la vida, desde su Villa María natal y opositores fieros ( pero amistosos) en las lides de la política. Simpatizante del radicalismo el primero y justicialista el segundo, desde marzo de 2009 se fueron trenzando en largas misivas virtuales, que desembocaron en el libro recientemente publicado por la Editorial de la Universidad de Villa María, y que se titula “De Kirchner a Perón – Ida y vuelta”. El origen de la polémica estuvo en el supuesto progresismo de los Kirchner y la utilización política de los derechos humanos. Como el sentido del libro es, entre otros, que cada lector movilice sus propias ideas y conclusiones, me permito opinar aquí.

Desde un primer momento tuve presente el refrán de nuestras abuelas: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.Sin entrar en mayores detalles (el libro se consigue en la Docta) sólo puedo decir que advierto actualmente– y si no, remítase al Grupo Carta Abierta (que reúne cerebros privilegiados)- que hay una tendencia a defender lo indefendible. Es una habilidad asombrosa que admiro, pues me siento totalmente incapacitada para hacerlo (en el caso de que me viera forzada a encararlo en una situación parecida o semejante).


¿Cómo asegurar que el dueño de los derechos humanos en Argentina es el gobierno de los Kirchner, y que la reinvindicación de los mismos comenzó con ellos? ¿No se lee la historia reciente y se comparan fechas? Me gustaría preguntarle al Toto López, que estuvo preso y fue torturado en la D2 y que fuera reivindicado al comienzo de la democracia… ¿Cuándo se realizaron los juicios a las Juntas? ¿Es justo que este gobierno se haya arrogado el “nunca más”? Si bien las causas de lesa humanidad refieren a crímenes cometidos por el Estado ¿por qué ni siquiera se intentó o impulsó una revisión de los delitos –secuestros extorsivos, asesinatos- cometidos por Montoneros? Por no mencionar a las Tres A, antecedente paramilitar del terrorismo de Estado, cuyas causas judiciales duermen el sueño del olvido. (De paso: les recomiendo la saga de “Marcados por el fuego” de Marcelo Larraquy, sobre el pasado violento de nuestro país, donde el peronismo no sólo fue víctima de persecución política, sino victimario a través de las mencionadas organizaciones irregulares o de la Sección Especial de la Policía Federal).


Hay que repasar a Juan José Sebreli en “Comediantes y mártires- Ensayo contra los mitos”. Qué panzada de perspicacia. Sí, me imagino. Para los justicialistas todos los gorilas deben haber abandonado la selva. Y todos los periodistas del diario La Nación – léase Jorge Fernández Díaz o Tomás Eloy Martínez – eran o son simples escribas al servicio de la oligarquía vacuna. (Entre nosotros, confieso que personalmente lamento la inamovible presencia de Mariano Grondona…) Para quienes en cambio somos independientes, cualquier dogmatismo acrítico y cerrado nos resulta detestable.


Algo de todo esto y más es debatido en el libro, que empieza por los Kirchner, viaja hasta el primer peronismo –infancia de los autores-, transita por los convulsionados 70 y vuelve a la actualidad. Ello, desde la experiencia personal y política de los dos escritores, tan diversa, que motivó que cada uno tomara posturas contrapuestas, aunque manteniendo el respeto y la amistad. Lo que no es poco en un país ya habituado a la crispación y a ver enemigos mortales en todo aquel que no piensa como uno.


No es mi intención defender ninguna postura, pues se impone por sí misma. Y en todo caso cada uno tendrá la suya y está bien que sea así, ya que la democracia está hecha de diversidades. El pensamiento único es de totalitarios…


Vuelvo al principio. Ocurre que aunque pensemos distinto sobre ciertas cosas de la realidad, si tiene cuatro patas, olfatea y ladra, muy posiblemente, como lo percibirá la mayoría de ciudadanos corrientes y normales, sea perro. Ahora, si el fundamentalismo político enceguece, y encima no se quiere ver… no habrá más que esperar la hora del voto.


Lamento sí que en el país de los ciegos, el tuerto sea rey…

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