lunes, 2 de agosto de 2010

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Pequeña digresión

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Por J.L.

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Posiblemente usted, lector de esta página, se preguntó el porqué de la transcripción de la nota anterior. Tal vez el título le haya dado una pista: “Experiencias de vida en la Argentina de la tergiversación”. Un país que no cuida su patrimonio –artístico o de otra índole- es índice de una desidia que se traduce en todos los estratos.

Cuando al controvertido técnico de la selección nacional de fútbol –perdedora, además- se le pretende erigir una estatua(¡); cuando ese mismo personaje nos hace quedar como la mona cada vez que abre la boca; cuando se lo endiosa; cuando se le regalan pasajes a Sudáfrica a un grupo de inadaptados, etc, etc, etc, mientras a René Favaloro algunos pretenden todavía pasarle facturas… qué quiere que le diga! La indignación puede más que mi buena educación y mi buena voluntad. Es más fuerte que yo.

Esa es la razón de haberle pedido a Lito Paszucki que me trasladara su experiencia. En cuanto me la contó supe que debía transmitirla. Que un museo dedicado a uno de los pintores más ilustres que haya tenido el país quede (como sucede) librado al azar, sin que ninguna Comisión – de las tantas que andan dando vueltas, cobrando sueldos pagos por el Estado, es decir, nosotros – se haga cargo del asunto, es síntoma (uno más de los tantos) de los tumbos que vamos dando al caminar. Que no es poca cosa, por cierto.

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