domingo, 1 de agosto de 2010

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No hay peor ciego...
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Por J.L.

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Esta es una nota sobre el libro que, poco tiempo atrás editaron Jorge Piva – el otro bloggero que incursiona en esta página – y David Metral, amigos de toda la vida, desde su Villa María natal y opositores fieros ( pero amistosos) en las lides de la política. Simpatizante del radicalismo el primero y justicialista el segundo, desde marzo de 2009 se fueron trenzando en largas misivas virtuales, que desembocaron en el libro recientemente publicado por la Editorial de la Universidad de Villa María, y que se titula “De Kirchner a Perón – Ida y vuelta”. El origen de la polémica estuvo en el supuesto progresismo de los Kirchner y la utilización política de los derechos humanos. Como el sentido del libro es, entre otros, que cada lector movilice sus propias ideas y conclusiones, me permito opinar aquí.

Desde un primer momento tuve presente el refrán de nuestras abuelas: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.Sin entrar en mayores detalles (el libro se consigue en la Docta) sólo puedo decir que advierto actualmente– y si no, remítase al Grupo Carta Abierta (que reúne cerebros privilegiados)- que hay una tendencia a defender lo indefendible. Es una habilidad asombrosa que admiro, pues me siento totalmente incapacitada para hacerlo (en el caso de que me viera forzada a encararlo en una situación parecida o semejante).


¿Cómo asegurar que el dueño de los derechos humanos en Argentina es el gobierno de los Kirchner, y que la reinvindicación de los mismos comenzó con ellos? ¿No se lee la historia reciente y se comparan fechas? Me gustaría preguntarle al Toto López, que estuvo preso y fue torturado en la D2 y que fuera reivindicado al comienzo de la democracia… ¿Cuándo se realizaron los juicios a las Juntas? ¿Es justo que este gobierno se haya arrogado el “nunca más”? Si bien las causas de lesa humanidad refieren a crímenes cometidos por el Estado ¿por qué ni siquiera se intentó o impulsó una revisión de los delitos –secuestros extorsivos, asesinatos- cometidos por Montoneros? Por no mencionar a las Tres A, antecedente paramilitar del terrorismo de Estado, cuyas causas judiciales duermen el sueño del olvido. (De paso: les recomiendo la saga de “Marcados por el fuego” de Marcelo Larraquy, sobre el pasado violento de nuestro país, donde el peronismo no sólo fue víctima de persecución política, sino victimario a través de las mencionadas organizaciones irregulares o de la Sección Especial de la Policía Federal).


Hay que repasar a Juan José Sebreli en “Comediantes y mártires- Ensayo contra los mitos”. Qué panzada de perspicacia. Sí, me imagino. Para los justicialistas todos los gorilas deben haber abandonado la selva. Y todos los periodistas del diario La Nación – léase Jorge Fernández Díaz o Tomás Eloy Martínez – eran o son simples escribas al servicio de la oligarquía vacuna. (Entre nosotros, confieso que personalmente lamento la inamovible presencia de Mariano Grondona…) Para quienes en cambio somos independientes, cualquier dogmatismo acrítico y cerrado nos resulta detestable.


Algo de todo esto y más es debatido en el libro, que empieza por los Kirchner, viaja hasta el primer peronismo –infancia de los autores-, transita por los convulsionados 70 y vuelve a la actualidad. Ello, desde la experiencia personal y política de los dos escritores, tan diversa, que motivó que cada uno tomara posturas contrapuestas, aunque manteniendo el respeto y la amistad. Lo que no es poco en un país ya habituado a la crispación y a ver enemigos mortales en todo aquel que no piensa como uno.


No es mi intención defender ninguna postura, pues se impone por sí misma. Y en todo caso cada uno tendrá la suya y está bien que sea así, ya que la democracia está hecha de diversidades. El pensamiento único es de totalitarios…


Vuelvo al principio. Ocurre que aunque pensemos distinto sobre ciertas cosas de la realidad, si tiene cuatro patas, olfatea y ladra, muy posiblemente, como lo percibirá la mayoría de ciudadanos corrientes y normales, sea perro. Ahora, si el fundamentalismo político enceguece, y encima no se quiere ver… no habrá más que esperar la hora del voto.


Lamento sí que en el país de los ciegos, el tuerto sea rey…

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