domingo, 11 de febrero de 2007

O mal não tem fim

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Lo dijo Alfredo Alcón en una entrevista que le hicieron antes del estreno de La Muerte de un Viajante, una de las apuestas de teatro mayor para este verano porteño, refiriéndose a la condición humana en general y a la reciente ejecución de Saddam Hussein, en particular – imágenes reiteradas hasta el cansancio en las pantallas de TV en todo el mundo (y bajadas a Internet con ribetes aún más espeluznantes)-: “Estas obras( como la de Miller) hablan de cosas esenciales en el hombre que quizá, penosamente, son inmodificables. Ciertos aspectos terribles del alma humana sabemos que no se van a ir así nomás y por eso estos textos perduran. Y no es que otras épocas hayan sido más crueles sino que, en las cosas esenciales, parecería que uno no cambia…Lo más terrible es que a lo cruel ya nos hemos acostumbrado. ¿Cómo es posible, si no, que veamos a un hombre (siendo) ahorcado en televisión y sigamos comiendo?”

En su ensayo El Retorno a la Barbarie en el Siglo XXI(Edit. El Ateneo- 2006), la investigadora francesa Thérese Delpech dice (pág.42): “Una causa del retorno al salvajismo ha sido el desfase creciente entre los progresos de la ciencia y la tecnología y la ausencia de un progreso semejante en el terreno de la ética. La inestabilidad del mundo contemporáneo proviene en gran parte de la dependencia cada vez más marcada de los hombres a las tecnologías, mientras que por un lado el psiquismo humano sigue siendo el mismo- eminentemente vulnerable- y por otro, los valores morales han perdido solidez. El poder del hombre aumenta de modo considerable pero las finalidades de su acción son cada vez más confusas y el equilibrio psíquico está amenazado constantemente por una excesiva cantidad de requerimientos”. Más adelante (pág 49) sigue diciendo Delpech:” Todo transcurre como si la vida apacible (de los europeos) gozara de una suerte de garantía de eternidad. Las nuevas generaciones olvidan las turbulencias del siglo XX (…) dichas generaciones pierden el sentido existencial de esas transformaciones, relegándolas a un pasado remoto a pesar de todas las ceremonias del recuerdo que tienen como punto obligado en sus discursos la evocación de los muertos”

Es evidente (ya hice una aproximación al tema en mi nota anterior: Recordar o no querer recordar? Esa es la cuestión -8/2/07) que hay elementos que el ser humano no puede manejar por falta de sustento moral y psicológico. El avance de la tecnología y las tentaciones que ello provoca han superado la capacidad de un equilibrado discernimiento. Mucho nos sorprenden y vanaglorian los desarrollos científicos logrados en los últimos 150 años – asombrosos, por cierto. Mucho también debería avergonzarnos la barbarie en la que estamos sumergidos, situación que no condice con tal evolución. Más bien, se ha retrocedido: qué nos diferencia de la plebe rugiente en el coliseo romano ante la feroz carnicería a los cristianos; o de las turbas enardecidas que aullaban alborozadas cada vez que la guillotina cercenaba cabezas durante la Revolución Francesa?

En su reciente libro de crónicas de guerra: Kabul- Bagdad- Teherán, Gustavo Sierra, periodista argentino de responsable trayectoria que mucho ha vivido los horrores de los últimos tiempos en Medio Oriente, manifiesta:”No tengo ninguna esperanza de que éstas vayan a ser las últimas guerras que tenga que ver mi generación. La estupidez es infinita y el ser humano es violento por naturaleza.”

El presidente de la nación más poderosa del mundo, al ser interrogado sobre el ajusticiamiento de Hussein (mientras hace lo posible por seguir enviando tropas a aquellos lugares desvastados por su propia decisión), elusivo y mordaz, dijo: “Creo que se han equivocado…Más parece un acto de venganza…” Es el mismo paranoico que luego del S/11 dijera compungido que “ese hombre (S. Hussein) quiso matar a mi papá.”

En fin, cosa veredes Sancho… En este mundo hipócrita. Y tan cruel.

Jorgelina Lagos
12 de Febrero del 2007
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