lunes, 19 de octubre de 2009

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¿Cine argentino?: ¡Jamás!
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por Jorgelina Lagos
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Hay tres películas nacionales en cartelera en estos momentos que, por una u otra razón, no espantan al público a quién, en ¡tantas oportunidades! hemos escuchado rezongar a lo largo de las décadas de manera rotunda: “Cine argentino¡ ni loca/o!” Al contrario: se dirían que son verdaderos éxitos de taquilla.

Creo conocer la respuesta, que es digna de ser tenida en cuenta: narran historias locales a “la mejor manera de”(cine yanqui, por supuesto), es decir, de forma dinámica y sencilla, con buenas historias locales contadas por guiones adecuados; con actores que saben decir - esencial en el séptimo arte, donde no es necesario exacerbar tonos ni volúmenes, salvo en contadas ocasiones: de violencia, sobre todo-, y con directores que los dirigen con aptitud y toman lo mejor de cada uno.

Sí, ya se sabe: fórmulas para el éxito no hay. Pero a través de la observación puede llegarse a una serie de conclusiones varias que no hay que desdeñar.

En definitiva: ¿qué tienen “Las viudas de los jueves”, “Cuestión de principios” y la muy atractiva “El secreto de sus ojos” para que estén gustando a nuestro público? Las tres cuentan historias muy actuales, muy nuestras y que le pegan duro a la sensibilidad del espectador.

Empecemos por la menos estrepitosa de las tres: “Las viudas de los jueves”

Basándose en la exitosa novela de Claudia Piñeiro, el realizador Marcelo Piñeyro ha seguido de cerca el clima de opresión e hipocresía que bañan la novela, ubicada en un barrio cerrado del Gran Buenos Aires. Después de los casos García Belsunce y Dalmasso, los argentinos conocen las habas que en tales círculos cerrados pueden
llegar a cocinarse. Sobre todo el tema mueve el morbo colectivo.
Con un tono solemne, muy común al cine vernáculo de otras épocas – el de Torre Nilsson, por ejemplo – Piñeyro cuenta una historia que no es privativa del “Amas de casa desesperadas” de la TV norteamericana , como muy bien lo demostró la versión argentina hace algunos años.
Una puesta en escena prolija, cuidadosa y algunas muy buenas actuaciones, hacen que el filme se ubique como uno de los que pueden reivindicar al alicaído cine nacional en las boleterías.

Pasamos a “Cuestión de principios”. Basándose en un libro escrito por el recordado e inefable Roberto Fontanarrosa, el director Rodrigo Grande ha realizado una sátira costumbrista con un enorme sentido del humor, muy actual, muy globalizada pero, al mismo tiempo, muy argentina.
La historia del viejo empleado de una empresa naviera – la acción transcurre en Rosario – que debe aceptar los desplantes del nuevo gerente treintañero, argentino pero residente en Barcelona durante muchos años, es un reflejo de las circunstancias que se están dando en muchos países del llamado Primer Mundo (supuestamente Argentina pertenecería a esa condición): hombres mayores, casi ancianos, fogueados en una vida plena de los principios que rigieron las costumbres familiares por varias generaciones, debiendo vérselas con jóvenes que los avasallan, los humillan y desprecian todos aquellos valores, mofándose despreocupadamente de tales conceptos. Junto a toda esta circunstancia, el personaje que interpreta Federico Luppi, un ciudadano correcto y mojigato, lleva toda una vida casado con la misma mujer, a la que siempre le ha sido fiel por no haberse atrevido a otra cosa…
Las circunstancias de esa vida apacible se modifican 180º ante la llegada del nuevo CEO. Es entonces cuando Castilla (Luppi) debe plantarse en sus reales y anunciar que
“no todo tiene un precio en la vida”. Pero…

Con un guión divertido, ocurrente, de léxico muy nuestro; con un sobrio y por momentos conmovedor Federico Luppi; una desopilante Norma Aleandro (que no le teme al ridículo) y dos o tres secundarios excelentes, más los rubros técnicos sumamente cuidados, el filme emociona a través del humor. Y hace pensar. ¡Vaya si lo
hace!

Y llegamos al plato fuerte de este año en materia cinematográfica: “El secreto de sus ojos”. Después de todo lo que se ha dicho de esta película no quiero sobreabundar.
Pero sí puntualizar lo que salta a la vista: Juan José Campanella, director y coguionista,que trabaja permanentemente para la televisión norteamericana, sabe muy bien cuál es uno de los secretos del éxito: tomar una buena historia y trasladarla a un guión dinámico. Esos factores, unidos a una historia profundamente argentina (pero no privativa: la corrupción), más una historia de amor desencontrada a través del tiempo, además de referencias a nuestro pasado reciente, han dado el éxito que es en este momento. Ni qué hablar de las actuaciones: soberbias.

En definitiva: tómense los elementos adecuados, bátanse hasta lograr un producto homogéneo y sírvaselo. Con hielo o sin. Da lo mismo.
Pero que se saborea, se saborea
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