martes, 31 de marzo de 2009

Carta a un amigo que se fue

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Dos años atrás, cuando el ex presidente cumplía 80 años, tuve el gusto de dirigirle una carta a Raúl Alfonsín.
Quiero compartir algunos tramos, ahora, como mi mejor homenaje.


“Mucho hace que quería comunicarme para comentarle todo lo que usted ha representado para mí. Empecé a saber de su quehacer a comienzo de los años 80 cuando fue abogado de muchas de las víctimas de la dictadura. Con el paso de los meses su figura se fue agrandando y perfilando tras la hermosa campaña y el 10 de diciembre de 1983 todo me supo a gloria. Fue un hecho cívico de maravillosa alegría. Y confieso que cada vez que las imágenes documentales (recogidas en La República Perdida) me devuelven su mensaje-saludo al pueblo desde los balcones del Cabildo, mi corazón explota de regocijo y de nostalgia”.


“Creo, Dr. Alfonsín, que usted fue un político adelantado a su tiempo; un visionario incomprendido no valorado en su justa medida. Pero ese es el glorioso destino de los Redentores, a quienes a menudo se reconoce un poco tarde…
Cuando Ud. dijo que con la democracia “se come, se educa, etcétera”, no hizo más que descubrir al pueblo lo que con los años se convertiría en certeza aquí y en el mundo entero, al menos para los que nos consideramos pensantes. Pero en ese momento, en nuestra Argentina en pañales, no se entendió. O no se quiso entender. Y así estamos, más allá de los populistas del momento, que fingen vivir en un estado de derecho…”


“Cuando aseguró de que había que trasladar la Capital al frío, al mar, me sentí absolutamente identificada con la propuesta. Y si en realidad había otros intereses mezquinos de gente allegada a usted, no importa. ¡La idea era fantástica! ¡Yo, cómo lo comprendí! ¡Cuánta sabiduría hubo en su visión! Eso me olía a progreso, a futuro. Pero, qué difícil es luchar contra la incomprensión y la indiferencia. Y los intereses. Usted lo sabe mejor que yo.( Yo solamente tengo el olfato entrenado por mi oficio y por intuición). En fin…
La frutilla de aquel postre, lo que la posteridad tendrá que reconocer y valorar por siempre, fueron la creación de la CONADEP y los juicios a las Juntas. Vaya tamaña valentía! Sólo un “gallego” tozudo como usted podria haberlo encarado y enfrentado. ¡Fue grandioso! Y pensar que algunos ahora quieren borrarlo (o ignorarlo), para ponerse otros moños…
Fue un ejemplo para el mundo. Y allí usted se ganó un lugar entre los más grandes.”


“Sé que no todo fue un lecho de rosas en su gestión, pero lo comprendo. A usted le tocó bailar con la más fea .Y lidiar con los más brutos: los militares; los sindicalistas; la oposición. Los que por una u otra razón se sintieron excluídos.
No vale la pena enumerar las penas. Usted las conoce mejor que yo. Pero los logros las superan ampliamente.”
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