jueves, 27 de noviembre de 2008

Bye Bye Berlín (Segunda parte)

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Mi relato ahora se centra puntualmente en los lugares que visité y que pertenecieron al dominio nazi durante esos fatídicos años.


Ravensbrück fue un campo donde se alojaron solamente mujeres, desde donde se las sacaba para servir de prostitutas en otros (Mauthausen, Auschwitz,etc) y además se practicaban en ellas los más horripilantes experimentos “médicos”.
Al respecto la Dra Insa Eschebach, directora del Memorial de ese lugar, dice que “el tema de la prostitución en los campos de concentración recién se está dando a conocer al mundo en los últimos tiempos. Las propias protagonistas que sobrevivieron no hablaban del tema. Y los historiadores tuvieron hasta ahora cierta reticencia a profundizarlo. Es como que Holocausto y sexo no pueden ir juntos”


Sachsenhausen (situado a unos 50 kilómetros de Berlín) fue uno de los primeros campos de concentración donde se alojaban prisioneros políticos, homosexuales, gitanos y todo lo que no le venía bien al régimen. Además de judíos, naturalmente. Con intención de tener mano de obra esclava con el tiempo también se transformó en un lugar de exterminio. Allí se calcula que murieron 100.000 personas.

En ambos lugares tuve idéntica emoción: la sensación de que millares de espectros rondan al visitante lamentando unas vidas – si a eso se le puede llamar vidas – y unas muertes horrorosas y el inevitable sentimiento de culpa que se tiene por el mero hecho de no haber vivido aquello…


Wannsee es un lugar paradisíaco ubicado al noroeste de Berlín, en medio de bosques maravillosos, en uno de cuyos palacetes se decidió el 20 de enero de 1942 la llamada “solución final”…Una decena de personajes, comandados por el sanguinario Reinhard Heydrich –asesinado poco después en Polonia– y el eficaz burócrata Adolf Eichmann, ahorcado en Jerusalén luego de haber sido capturado en Argentina en la década del 60, fueron los anfitriones de tamaña reunión. Ningunos de los capos mayores (Hitler, Himmler, Bormann, Göring) estuvieron presentes. El horroroso destino de millones de personas quedó sellado ese día.(Para mayor ilustración de la ligereza con que se tomó el tema, vale la pena tener en cuenta el filme La Conspiración con Kenneth Brannagh y Stanley Tucci, reiterado de tanto en tanto en algún canal televisivo).


Debo admitir que todos estos monumentos históricos son mantenidos de la mejor manera por el gobierno alemán (algo que recién comenzó a hacerse en años recientes) donde todo está muy señalizado y prolijo para que el visitante encuentre los datos necesarios. Confieso que tanta pulcritud me chocó un poco y que dada la proliferación de shoppings en todas partes y los souvenirs que los alemanes venden por todos lados, no sería extraño encontarse con algo parecido allí dentro de algunos años. Por ahora sólo se venden libros…


Finalmente la emoción más grande y más contenida – ya se verá por qué- fue asistir a la inauguración de la muestra Verraten und Verkauft, que promocinada por varias asociaciones se hizo en la Humboldt Universität. Allí la conocí a Hilde Schramm, también socióloga y la hija menor de Albert Speer. Dedicada a esa suerte de mea culpa colectivo que advertí en las clases cultas alemanas, el grupo al cual pertenece se dedica a promover las artes y ciencias de las mujeres judías que viven en ese país. Pero más allá del saludo cortés, nada se puede hablar con ella del pasado de su padre. Opina que ya ha dicho todo lo que tuvo que decir…Mi espíritu periodístico quedó hecho trizas, por supuesto. Me consolé cuando volví a Argentina y me lancé al libro Albert Speer: el arquitecto de Hitler: su lucha con la verdad. Su autora, Gitta Sereny contó con el apoyo de Hilde para escribir su monumental obra. Y en alguna de las fotografías que la ilustran, se la ve de muy niñita, con trencitas rubias, de la mano del Führer…


Cuando me dirigía al aeropuerto de Tegel para emprender el regreso bebí con fruición la atmósfera berlinesa, incomparable a ninguna otra, y con sentimientos encontrados pensaba: Bye, bye, Berlín.
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