viernes, 11 de abril de 2008

Suelo

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Dentro de pocos días se recordará que alguna vez, allá a lo lejos y hace tiempo, como una fecha importante dentro del calendario –al menos, en el escolar– los habitantes de estas tierras festejábamos sinceramente el Día de las Américas. Quizá los desencantos varios –el no crisol de razas, las políticas totalitarias, la corrupción generalizada, el venir nivelando para abajo desde hace mucho tiempo, etcétera– hacen que nadie recuerde un día tal con la veneración con que se lo conmemoraba en otras épocas. No sé.



Personalmente año tras año, como un resabio de infancia, recuerdo la fecha. Y también como una suerte de mini-homenaje (sintiéndome profunda y orgullosamente americana pero al mismo tiempo sabedora de dónde llegaron mis ancestros) les dejo este poema que pretende mostrar los deliciosos sentimientos que me inspira ésta, nuestra tierra:



suelo



vivo en una región
la más linda del mundo
no sé si será así
pero yo
me lo creo



de andalucía
la otra
de andalucía
la nueva



es también la de
cauces cristalinos
que bajan murmurando
por estrechos cañadones


de las sierras azuladas
cuajadas de árboles traídos
por la mano del hombre
llegados de
otras tierras



en esos retazos de
piedras añosas
por donde otrora anduvieron
hijosdalgos y pumas
he vivido el éxtasis
que provoca el embrujo de
un paisaje de ensueño
dibujado hace siglos por la
madre natura



es mi lugar amado
refugio de hombres nuevos
hijos de los hijos
de aquellos que llegaron
tras las
tres carabelas



cuando miro
estos cielos
las aguas cantarinas que
colman
los arroyos
la silueta azulada de los
montes eternos
me siento tan dichosa
tan colmada de dones
poderosa y
gigante
diminuta y
endeble



que mirando a lo alto y
para ser
coherente
agradezco la mano
gigantesca
divina
que dibujó estos
suelos

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