viernes, 4 de enero de 2008

Wabi-sabi

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Parece un trabalenguas, no? Pero no lo es. Es, sí, una expresión en japonés que, cuando la descubrí, me hizo pensar que no todo está perdido y me llenó de esperanzas… Pero mejor voy por partes…

Estoy cansada, desilusionada, casi diría harta del estilo de vida que se lleva actualmente.
Me desespera observar – no sin estupor – que la mayoria de las personas considera que éste es un mundo descartable. Y actúa en consecuencia. Desde los afectos hasta los elementos de la vida cotidiana son usados y botados (como dirían en Centro América) de una manera pavorosa que no admite razonamiento ni explicación: se mal usa, se malgasta… y listo!

Nada evidentemente ha quedado en el inconsciente colectivo del Primer Mundo (ni del segundo ni del tercero, en el que incluiríamos a los argentinos), sobre lo que viene sucediendo sobre la faz de la tierra desde hace más de cien años. Para no irnos tan lejos.
Guerras horrorosas, hambrunas, devastaciones cometidas por la mano del más irracional de los seres conocidos: el hombre. Sufrimientos, dolores, la impiedad más absoluta. Nada se ha aprendido?

No. Yo diría que nada. Pero la onda del wabi-sabi parece que viene para tratar de recuperar algo de lo perdido. Es algo así como la cultura del rescate de las cosas amadas por el uso, por el paso del tiempo, por lo gastado… y que no se tira.

Esa colcha de la abuela, tejida al crochet con manos amorosas y diligentes… esa fórmula de dulce casero que nuestras madres hacían a fuego lento durante días y días…esa mesita estilo provenzal que alguna vez se descartó por algo más moderno… las fotos de tiempos irrecuperables, con rostros desvanecidos de un añejo color sepia… En definitiva, cosas que tocan el alma.

Los que pertenecemos a la generación nacida luego de la Segunda Gran Guerra conocimos –y lo llevamos en nuestros corazones– el valor de lo austero, de lo conservado, de lo cuidado porque no era fácil reponer las cosas usadas diariamente. Cuánta solidez le dan al alma, al espíritu, al carácter tales conductas!

Y ahora, casi con alegría para mí, me entero de esta corriente que, junto al movimiento slow trata de recuperar parte de lo que las nuevas generaciones desconocen.

Qué pretendemos, en definitiva, los que adherimos a estas ideas, que no son nuevas sino viejas como el mundo? Que las mujeres y hombres del futuro tengan herramientas para la lucha cotidiana. Que no crean que el mundo pasa por el éxito instantáneo de“Bailando…” o “High School…” o etcétera. Y que si bien la tal lucha es mucha
les deseamos que no sea tan cruel. Nada más…y nada menos!
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