miércoles, 28 de abril de 2010

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¿La Voz del pueblo?
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por J.L.
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Pocos días atrás –precisamente tras la conmemoración del Día de Libro– me/nos llegó a un grupo de personas relacionadas con las actividades artístico-culturales, la siguiente circular, firmada por Leandro Calle, escritor (sobre todo poeta), docente universitario y varias etcéteras que dicen de sus capacidades (entre otras, la de portar la estirpe del bien ser) y de sus inquietudes (muchas, por cierto), que refleja un actual sentir colectivo. Lo invito a leerla:

Estimados amigos y amigas,

es sólo una consulta o impresión que quiero compartir con ustedes siendo muchos de entre vosotros que están en la "cuestión cultural". Lejos de querer generar un malestar pero sí tomando conciencia de lo que nos acontece a nivel cultural me interrogo acerca de lo que surge en nuestro principal medio gráfico de la ciudad de Córdoba.
Con pesar vi el jueves una notita chiquita de la aparición de Antonio Gamoneda , premio Cervantes de Literatura, en el suplemento VOS de La Voz. Lo presentó Lila Perrén en el Centro Cultural España Córdoba. Hoy domingo también me llamó la atención la nota (también exigua) sobre Rubén Goldberg. Rubén recibió el premio "Librero del año", otorgado por la Feria Internacional del libro de Buenos Aires. Generalmente los cordobeses (yo me siento cordobés a pesar de haber nacido en Zárate) nos quejamos del centralismo de Buenos Aires, sin embargo Buenos Aires parece que reconoce a uno de nuestros libreros pero preferimos en vez de darle la tapa del suplemento reservarle un exiguo cuartito en página par. La tapa se la reservó para un actor extranjero y dentro del suplemento el director prefirió escribir sobre Amalia Granata. La tapa del sábado y el artículo central del mismo día, está dedicado a Anabela Ascar que conduce un popular programa de Crónica TV. Por supuesto que nada tengo en contra de Anabela ni del actor extranjero ni de la chica Granata pero tal vez yo desearía un lugar un poco más amplio para algún sector de la literatura, los libros y el arte. Ejemplos podría dar muchos pero siento que estos son los que se acumularon esta semana y refieren en lo inmediato por si alguno sale a mirar los diarios con premura.
Ya sabemos que no existe el viejo suplemento Cultural, que desapareció hace poco y se transformó en VOS, un suplemento nuevo que habrá que dejar crecer pero a modo de reflexión personal, de interrogante triste, y sí tal vez un poquito de denuncia polémica quería compartir mi pena por no contar en nuestro medio principal con una hondura un poco más grata en lo que refiere a la cultura.
Espero no bajonearlos con esto, es simplemente a modo de conciencia que fluye y quiere dejarse leer por aquellos que hacen a la cultura de Córdoba que tanto queremos.
Abrazo
Leandro

Ni lerda ni perezosa, comulgando sentires, le contesté lo que ahora –de mutuo acuerdo- queremos compartir con la mayor cantidad de amigos posible:


Querido Leandro:

no olvidar aquello de "poderoso caballero, etcétera". Los medios reflejan la condición y conducta decadente de los pueblos y en esas estamos, en esas estamos...
Es muy triste; pero nivelar para abajo es más fácil y rápido y no hay que andar “perdiendo el tiempo" educando a la gente. En esta era de consumismo, los poderosos miran para otro lado, mientras la plebe -o el pueblo, como prefieras- devora la carroña. Creo que los periodistas de La Voz se deben sentir muy mal por lo que está pasando, pero, justamente, es como que a mí - y lo digo a título personal - se me han redoblado las energías para poder seguir dándole lo mejor al ciudadano: yo desde mi cuasi tribuna en radio, tele y página web. Vos desde tus poemas, escritos y cátedras, etcétera. A no desfallecer y a seguir empeñándose, que hay mucho para hacer en esta POBRE PATRIA MÍA (Aguinis dixit).

Un abrazo
Jorgelina

PS: más allá de mi optimismo por pura voluntad, entiendo lo que querés decir.
¡Y la verdad es que es vergonzoso!
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martes, 13 de abril de 2010

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Dos genios tronchados.
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por J.L..
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Fue una especie de meteoro, de centella, de estrella fugaz que cruzó el firmamento, pero en este caso, dejó una estela. ¡Y cómo! ¡Y cuánto! Desde entonces su nombre se convirtió en un mito, en una leyenda trágica, que fulguró y quedó en las imaginativas retinas de los fanáticos.
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Pensándolo bien, ha sido el boca a boca de los admiradores del mundo entero lo que lo ha hecho perdurar. Han quedado fotos de algunos momentos de sus actuaciones y hasta algunos fragmentos de viejos y trémulos filmes –segundos apenas– que dejan entrever su figura pero nunca su arte. Por eso hay que tomarse de las crónicas de la época y creerles, como se creen tantas otras cosas. Pero quizá lo que más se valore, ahora, con el paso de los años, sea su creatividad como coreógrafo: relativa, por cierto, ya que dejó poco escrito o dibujado. Pero con empeño algunos estudiosos han conseguido recopilar momentos, pasos, coreografías perdidas en el tiempo.Fue un tornado, un talento monstruoso para su tiempo, un verdadero creador. Se adelantó cincuenta años a su época. Tanto fue así, que una noche de mayo de 1913, París entero se horrorizó ante tamaño desmadre, ante tamaña osadía. Desde entonces, el arte de la danza comenzó a mirarse de otra manera. Había nacido un genio. Había nacido una criatura privilegiada a quien otro grande, como Maurice Bejart, denominó “el clown de Dios”. También había comenzado su descenso a los infiernos.
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Vaslav Nijinsky –que de él se trata– luego de una brillante trayectoria en el Teatro Imperial ruso, primero como estudiante y luego como bailarín, fue descubierto por un personaje subyugante, mezcla de bon vivant con empresario y mecenas. Serge Diaghilev se enamoró de aquel muchachito de rasgos caucásicos y decir torpe, perodeslumbrante sobre los escenarios y decidió que el mundo entero (léase toda Europa y América) debía conocerlo.
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Lo tomó bajo su protección; le contrató los mejores maestros y compositores, vestuaristas y escenógrafos, lo ubicó en lo más alto y juntos subyugaron a los públicos. En una época en que los danzarines varones casi brillaban por su ausencia, la presencia de los Ballets Russes de Diaghilev en 1909 en París, con un grupo de bailarinas y bailarines de altísimo nivel, dejó al tout París con la boca abierta. Y sobre todo fue la presencia inigualable de Nijinsky – sus saltos de casi ocho metros de largo, mientras permanecía suspendido eternos segundos en el aire, se transformaron en leyenda - lo que rodeó a la compañía de un halo mágico.
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Después de El espectro de la rosa, Petrushka, La siesta de un fauno o La consagración de la primavera (estas dos coreografiadas por él) ya nada volvió a ser lo mismo en el mundo del ballet. Nijinsky rompió los moldes tradicionales de lo clásico e innovó con nuevas formas, adecuándose a lo que en música proponían Claude Debussy o Igor Stravinsky.Pero esa gloria sería efímera.El bailarín rompió la relación personal que lo unía a Diaghilev; este lo despidió del cuerpo de baile y allí comenzó un deambular sin rumbo para Nijinsky, que nunca más encontró la cordura ni el apoyo imprescindible para sostener su arte. Se internó en un mundo de sombras del que ya no saldría. El empresario y la compañía también sufrieron la ausencia de su étoile.
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Diaghilev moriría en 1929 sin haber podido recobrar el antiguo fulgor.Nijinsky, que comenzó sus períodos de internación a partir de 1919, fallecería en abril de 1950, hace exactamente sesenta años. Dos vidas trágicamente desperdiciadas mientras se encontraban en el apogeo de su gloria..
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